Comienza el concurso de tiro. Por parejas, posiciones que puntúan 1, 2 y 3 puntos. Por Ugeraga participan Ixone y Olatz F., y Leire y Mireia. A punto están de acaparar la final, puesto que las primeras se clasifican y las segundas caen en el desempate. La final la ganan dos jugadoras del club Hermosilla.
Comienza el previo de nuestro partido de la tarde. Se ha acabado de comer hace poco, estamos en hora más bien de siesta, y el quedar terceras no parece una pretensión muy motivante. Así pues me conformo con que demos una mejor imagen que en el partido matutino. El rival, sorprendentemente según lo que vimos a la mañana, es Corazonistas B. Creo que se puede ganar si jugamos siquiera a un nivel parecido al que presupongo a estas chicas.
Pero la presunción es el comienzo de la decepción. Jugamos muy mal, quizá sería más acertado, tremendamente mal. Y no somos las únicas...
El árbitro en este partido es diferente, aunque su criterio solidario es similar. Se trata de permitir palos al amparo de esa regla tan baloncestística que es la ley de la ventaja. Es decir, si a una jugadora con balón le hacen falta, pero no cae, se sigue; si le vuelven a hacer falta, pero sigue en pie, adelante, sigan sigan, pero si el palo que le arrean es suficientemente contundente y ya no puede seguir botando, entonces sí la falta es sancionada. Este arbitraje supone que de cada tres acciones de falta se señala una. Es lo que pasa cuando también el árbitro prefiere echar la siesta. ¿Y si la jugadora no lleva el balón? Mejor cambio de tema...
Estoy congelado. Creo que no es sólo por la temperatura. Nuestro juego me ha enfríado, la ley de la ventaja me está helando, y el final del partido me va a criogenizar. Lo que sucede casi al final ya es de jugada típica para salir en un programa de Telecinco. Es simplemente absurda, una de las situaciones más ridículas que he vivido como entrenador.
Queda minuto y algo para acabar, perdemos de 13 puntos. Mikel pide el tiempo muerto de la dignidad. Se trata de no finalizar dando pena sino mostrando orgullo y terminar con un juego digno. Sacaremos desde el otro campo, en la banda contraria. Mikel deja la pizarra, yo tengo la mirada helada, las jugadoras se dirigen al campo de ataque, pero tres personas se han quedado en nuestro campo defensivo...
El árbitro entrega el balón a una jugadora de Corazonistas en la línea de banda de nuestro banquillo, se lo da a una compañera suya, quien anota totalmente sola. Si no fuera porque estoy congelado me molestaría en buscar la cámara oculta. Mikel protesta, el árbitro le hace señas de que no, flipamos, este árbitro está muy despistado o simplemente nos sigue tomando el pelo hasta el final.
Acaba el partido y Mikel y yo tenemos la ingrata tarea de quedarnos para ver una final que no tiene ningún aliciente, pues sabemos que ganará el equipo local. Así sucede, aunque con un marcador más igualado de lo esperado. Recibimos una copa por quedar últimas, felicitamos al organizador. Lástima que una organización buena en líneas generales haya descuidado un aspecto tan importante como es el arbitraje. Salimos del pabellón, y en seguida comienzo a entrar nuevamente en calor.
Ha sido una experiencia diferente, agradable, salvo por los dos partidos. Volvemos a casa.
Queda minuto y algo para acabar, perdemos de 13 puntos. Mikel pide el tiempo muerto de la dignidad. Se trata de no finalizar dando pena sino mostrando orgullo y terminar con un juego digno. Sacaremos desde el otro campo, en la banda contraria. Mikel deja la pizarra, yo tengo la mirada helada, las jugadoras se dirigen al campo de ataque, pero tres personas se han quedado en nuestro campo defensivo...
El árbitro entrega el balón a una jugadora de Corazonistas en la línea de banda de nuestro banquillo, se lo da a una compañera suya, quien anota totalmente sola. Si no fuera porque estoy congelado me molestaría en buscar la cámara oculta. Mikel protesta, el árbitro le hace señas de que no, flipamos, este árbitro está muy despistado o simplemente nos sigue tomando el pelo hasta el final.
Acaba el partido y Mikel y yo tenemos la ingrata tarea de quedarnos para ver una final que no tiene ningún aliciente, pues sabemos que ganará el equipo local. Así sucede, aunque con un marcador más igualado de lo esperado. Recibimos una copa por quedar últimas, felicitamos al organizador. Lástima que una organización buena en líneas generales haya descuidado un aspecto tan importante como es el arbitraje. Salimos del pabellón, y en seguida comienzo a entrar nuevamente en calor.
Ha sido una experiencia diferente, agradable, salvo por los dos partidos. Volvemos a casa.