domingo, 26 de diciembre de 2010

Palos y patatas fritas

Tan pronto entramos en el pabellón de Corazonistas, el trato del organizador es bastante atento. Nos indica el horario, los actos protocolarios de rigor, y en definitiva, nos recuerda lo que durante diferentes mails ya había comentado a Mikel en días anteriores.
Tras la charla, comenzamos el calentamiento.


                                     

Dentro del pabellón no siento frío, aunque con tantas capas de cebolla como llevo puestas es razonablemente normal. Sin embargo, algo en el ambiente se me antoja un tanto gélido. No sé qué es, pero noto que algo falta. ¿Ambiente en las gradas? ¿Una presentación de la speaker más pasional? No sé.
Mikel entrega a las jugadoras unos presentes de la oficina de turismo de Sopelana para entregarlos a las del otro equipo, que es Corazonistas A. Esto se hace durante la presentación, de la cual casi ni me entero. Creo que aún no me he despertado del todo.


Comienza el partido, y pronto despertamos. Quienes estamos en el banquillo notamos el frío del pabellón... y de la única ventana abierta, que justo está arriba por detrás nuestro. Sin embargo, las que están jugando notan el calor del equipo contrario. Sus continuos contactos y otro tipo de faltas sirven para calentarnos, física y mentalmente. En este aspecto el árbitro es quien más solidario se muestra con nosotras, permitiendo que nos transmitan ese calor con demasiada frecuencia.
Se nos dice que el árbitro es novato, que ha salido de la escuela arbitral y tal. Sin embargo sus equivocaciones no son de tipo académico sino visual. Sencillamente no ve el calor humano que estamos recibiendo una y otra vez. El problema de esta solidaridad mal entendida es que unas se calientan más que otras. Y que esos palos pueden entrañar algún peligro. Así sucede. Una jugadora que recibe un golpe en la boca, donde tiene un aparato bucal, y otra que recibe un golpe en el cuello.
Así no resulta fácil jugar, y de hecho, no lo hacemos. Nuestro baloncesto es flojo, muy alejado de lo que me consta que podríamos hacer. Estamos cerca en el marcador, pero la victoria se escapa. Eso sí, las jugadoras, sobre todo algunas, no pasan frío. Ante todo solidaridad.

Al acabar el partido se nos entrega una caja llena de bolsas de patatas fritas, unas cajas de cacahuetes y unos marianos de chocolate blanco y negro. Los deglutimos con gran pesar para nuestras extintas dietas y con gran alegría para nuestros paladares, mientras vemos la primera parte de la segunda semifinal, que juegan Corazonistas B y Hermosilla (equipo riojano).


Visto lo visto, cuando salimos del pabellón damos por seguro que el equipo local será el finalista, y que por tanto los dos Corazonistas se jugarán el título del torneo.

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