Hoy vamos a estar pocos. Es una lástima, porque creo que la victoria no es una quimera.
Se va acercando la hora de comienzo. Hay cinco, no viene nadie más. Vamos a jugar cinco contra el segundo clasificado. Parece muy improbable la victoria. No sé si mosquearme. No, a estas alturas creo que ya no merece la pena. Con que no nos ganen por paliza...
Comenzamos, y competimos. Pasan los minutos, y estoy esperando el momento en que se nos fundan los plomos y el equipo visitante nos deje atrás, sentencie el partido. De momento esa situación no ha llegado. Es más, ganamos el parcial del primer cuarto.
En el segundo seguimos aguantando, aunque nos sacan algo de ventaja. Al descanso no hemos tirado la toalla. Ni en el tercer período. Seguimos jugando razonablemente bien, dadas las circunstancias. Suplimos los problemas físicos con inteligencia en el juego.Y llega el último cuarto. Es el del descalabro. Obcecación en malas situaciones ofensivas y defensa insuficiente, todo ello provocado por problemas físicos, hacen que encajemos un parcial definitivo.
La sensación al final del encuentro no puede ser otra, hemos luchado y hemos plantado cara cinco jugadores durante tres cuartos.
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