Nueva derrota, novena consecutiva, contra un rival asequible. Cuando realizamos un juego de equipo, con paciencia, buscando buenas opciones de pase, nos mantuvimos competitivos. Cuando nos olvidamos de todo ello nuestro juego de ataque fue caótico. Nuestra defensa, al igual que el ataque, funcionó a ratos.
También el árbitro se mostró irregular, pitando todo o pasando de todo. Y los anotadores igualmente se quisieron sumar a la fiesta del despropósito. El cronometrador, sin iniciativa para procurar información, dado que no estaba en uso el marcador electrónico, y el anotador, tres cuartos de lo mismo. Además, nos anotó un punto menos durante el primer cuarto.
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