Llegamos a Usánsolo, al pabellón, para jugar un partido..., y ver otro.
Decisivo encuentro de fútbol sala que se juega prácticamente a la misma hora que el nuestro de basket. Algún error del ayuntamiento que provoca que el Unkinako-Parque programado para las 19:30 horas comience a las 20:35, esto es, una hora de retraso. Aunque antes de llegar a este comienzo aún tenemos tiempo de 'disfrutar' del ambiente de un partido de fútbol sala en el que dos equipos se jugaban el ascenso. De los decibélicos ánimos de sus aficiones o de la emoción del último gol.
He aquí nuestro equipo. Sí, todo el equipo.
Y tras tanto ruido, tras 'un ascenso nada silencioso', nos toca a los del baloncesto. Los aficionados dejan las gradas prácticamente vacías, dando paso a un silencio muy agradable, y a nuestros seguidores, un tanto escasos pero muy valorados.
El piso del campo está rajado, las tablas del parquet abiertas, esto es peligroso. Aquí puede alguien lesionarse, no es tan complicado. Converso con árbitro y jugadores del equipo local. Valoran negativamente el jugar en un módulo por el peligro que conlleva la proximidad de la pared con una de las líneas de fondo. Finalmente jugamos en el campo a lo largo. Toco madera, hay mucha, que no suceda nada como ocurrió en el frontón de Alonsotegi.
El árbitro hace la indicación de que quedan tres minutos para comenzar (en realidad son 3.30 según el protocolo habitual). Pasan unos cuantos minutos, más de dos y de tres, y señala un minuto para el comienzo. Me extraña que empezando el encuentro a hora tan tardía el árbitro no tenga ninguna prisa en iniciarlo. Al final, al leer el informe que ha escrito en el acta, me doy cuenta de que quizá ha estirado la hora de comienzo para cobrar más dinero por dietas.
No creo en la victoria. Algo me dice que hoy no toca, aunque esta reflexión no la hago pública.
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