Estoy acabando la jornada laboral, y enfrente del museo y del Puppy ocurre algo inexplicable, ciertamente inaudito, desde luego insospechado y un poco insólito. Veo a un señor que pasa por al lado mío. No le presto más importancia de la que me provoca la constatación de que el color de su pelo es artificialmente rubio. Sigo andando y alguien me llama. Y ante mi despiste vuelve a hacerlo. Me giro y ante mi inenarrable sorpresa compruebo que junto a la persona con la que me acabo de cruzar estaba Juan, nuestro gran Juanki. Me resulta increíble, irreal e impresionante el que no lo haya visto, que sea él quien me avise de su presencia. Charlamos brevemente y nos despedimos hasta mejor ver.
Ha sido un momentazo inverosímil, inimaginable, inesperado, interesante y varios in más que anteceden al encuentro con nuestro Juanki. Esto sucede la víspera de otros varios encuentros.
El jueves me encuentro con un amigo, acto seguido de despedirnos me encuentra un viejo amigo, otro como Juanki de la época jordanesca. Es él quien me ve. Él y su familia. Gonzalo me pregunta por alguna gente, y por el equipo. Hacia ya voy, al encuentro con la poca gente del entrenamiento. Uno que se apunta es Patxi. Entrena a su ritmo, con sus ejercicios. Vuelve a un entrenamiento muchos meses después de su grave lesión. Una gran noticia. Una excelente novedad.
Ha sido una buena tarde, de reencuentros con gente que hacía tiempo que no veía, y de uno de los grandes de Parque con el basket.
Mas aún me espera un reencuentro más. Uno irreal y sin embargo el más maravilloso. Sucede en la noche. Un sueño. Mis padres aparecen en él.
Un gran día se ha completado. Reencuentros con mi pasado.
Patxi, el retorno
Como dicen los de la tele, "por alusiones":
ResponderEliminarQuiero aprovechar esta entrada en el Camino para agradecer a todos y cada uno los que se han acordado de mí y de mi salud. Vuestras palabras, llamadas y tarjetas firmadas y comentadas han sido durante estos laaaaaaaaarrrrgos meses una palmadita en el hombro (en el bueno, se entiende), un motivo para sonreir que vale su peso en oro. De verdad, muchas gracias.
Y al Caminante cuyos pasos van creando este camino para disfrutar (y que confío en volver a transitar antes o después), como no puedo agradecerle tantas y tantas (y tantas más) cosas como debiera, voy a criticarle un poco:
Me parece muy feo eso de meterse con mi tripa, esa que con tanto mimo he cuidado durante estos meses de inactividad. Porque, a ver, digo yo, ¿a qué otra cosa (dada mi estatura) puede el dichoso Caminante referirse con eso de "uno de los grandes de Parque"? En fin, haré como que no me he dado cuenta...
Acabo repitiéndome: gracias a todos, gracias Caminante. Nos veremos (si vais, claro. Porque yo allí estaré) en los entrenamientos.
Patxi