Desafortunada derrota, por la forma de producirse. Un último minuto de mala suerte y malas decisiones provocó que en el último segundo anote el jugador visitante más resolutivo tras un rebote de ataque. Hasta ese final habíamos realizado un partido con altibajos buenos y muy malos.
En el primer cuarto no conseguimos nuestro objetivo defensivo, puesto que nuestra defensa estaba a menudo despistada. Esto nos hizo ir a remolque durante bastantes minutos del partido. Eso y nuestro espeso ataque.
En el tercer cuarto, aunque nuestro cambio defensivo funcionó correctamente, nuestro ataque continuó nada fluido (seis minutos sin anotar).
A falta de cuatro minutos para finalizar el partido cobramos ventaja por vez primera. Entramos en el último minuto ganando de tres puntos. La situación se aclara bastante. Esto casi está ganado.
Anota su pívot, ganamos de 1. Desde ese momento cometemos hasta nueve errores que nos complican. Sacamos de fondo, no recibe quien debe hacerlo. Bueno, es igual, nos hacen falta. Han pasado pocos segundos. Lanzamos y anotamos el primero, ganamos por dos puntos. Fallamos el segundo, cogen el rebote, hacemos falta muy rápida e innecesariamente, jugador eliminado por cinco personales, piden tiempo muerto, sacan. Aún no han terminado nuestros despropósitos. Dejamos pasillo para que pasen, se hace falta en acción de tiro, lanzan dos tiros, meten el primero, fallan el segundo, cogen un rebote largo, lo hace el base, le dejamos otro pasillo para que entre hasta su casa, tira. Cogen el rebote de ese tiro, lanzan y a tabla encestan. Final. Se nos queda cara de tontos.
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